1909. El desastre del Barranco del Lobo

España ha tenido dificultades para aprender de sus errores, y un claro ejemplo fue la guerra Hispano-americana de 1898, que resultó en la pérdida de varias colonias e inició el declive del colonialismo español.
Después de esta desastrosa guerra, donde los soldados españoles combatieron constantemente en desventaja de recursos y personal frente a los estadounidenses, el gobierno decidió incrementar su presencia en el norte de África. Para ello, se unió a la Declaración de Londres de 1904, comprometiéndose a ayudar a Marruecos a implementar reformas, principalmente económicas y administrativas.
Esta acción también sirvió para proteger los intereses de empresas españolas y francesas que explotaban los recursos mineros de la región y negociaban la adquisición de nuevas minas con Muley Mohamed (conocido coloquialmente como Bu Hamara), quien se proclamaba hermano del sultán de Marruecos y líder de las tribus cercanas a Melilla. Fruto de estas negociaciones, se fundó la Compañía Española de Minas del Rif, contando entre sus propietarios al conde de Romanones. Sin embargo, no todas las tribus estaban satisfechas con las concesiones y se sintieron traicionadas, atacando varias minas el 8 de agosto de 1908, aunque sin causar víctimas. Como consecuencia, Bu Hamara fue detenido y el sultán ordenó su encarcelamiento en Fez, donde falleció.
Ante el temor de que la situación se agrave, el gobierno español prohíbe al ejército defender las explotaciones mineras; sin embargo, los incidentes persisten y el Comandante General de Melilla, el general Marina, ordena una expedición militar en las cabilas cercanas, capturando a seis agitadores rifeños que son encarcelados en Melilla.
Estas detenciones sirven de catalizador para una situación ya tensa y el 9 de julio de 1909, en Sidi Musa, un grupo de españoles que trabajaban en la construcción de un puente ferroviario es atacado, resultando en la muerte de seis obreros y un herido (como mencioné en el artículo sobre la carga de Taxdirt).
La frecuencia de los ataques aumenta, con francotiradores disparando desde las alturas a las posiciones españolas, lo que lleva al gobierno a reforzar Melilla con más tropas, que comienzan a llegar el 16 de julio y el 18 se inician las acciones militares. En la península el reclutamiento de soldados para esta guerra dio lugar a la Semana Trágica en Madrid y Barcelona (de la que hablaremos en otra entrada posterior).
El 20 de julio, los rifeños atacan nuevamente Sidi Musa, que se defiende con dificultad bajo un sol inclemente, sin agua ni alimentos. Los ataques se intensifican cerca de Melilla, obligando a la artillería de la ciudad a actuar contra los enemigos para frenar el avance rifeño.
El 27 de julio, informantes rifeños reportaron la preparación de un gran ataque contra Melilla, lo que llevó al general Marina a desplegar tropas para prevenir el avance rifeño hacia la ciudad, posicionándolas en la Segunda Caseta. La brigada de Cazadores Madrid, bajo el mando del general Pintos, fue enviada a supervisar el área del Barranco del Lobo y Alfer, cerca del monte Gurugú.
Fue en esta área donde la brigada Madrid fue sorprendida por un intenso fuego rifeño desde las alturas, y se ordenó la retirada sin el apoyo de la artillería, resultando en un alto número de bajas, incluyendo al general Pintos. Dada la gravedad de la situación, el general Marina, con refuerzos de la Segunda Caseta y apoyo de artillería, organizó la retirada de las fuerzas restantes y los heridos. El saldo final fue de 153 muertos y más de 600 heridos.
En los meses siguientes, se logró pacificar la zona después de intensos esfuerzos por parte de los militares españoles.
El desastre del Barranco del Lobo es considerado una de las derrotas más sangrientas del ejército español en el norte de África, junto con la de Annual en 1921.
Tal fue la conmoción causada por este desastre cuando la noticia llegó a la península, que de boca en boca corría la historia en modo de copla:
“En el Barranco del Lobo
hay una fuente que mana
sangre de los españoles
que murieron por España.
(otras versiones: “por la patria”)
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
(otras versiones: “ya no volverán”)
Ni me lavo ni me peino
ni me pongo la mantilla,
hasta que venga mi novio
de la guerra de Melilla.
Melilla ya no es Melilla,
Melilla es un matadero
donde van los españoles
a morir como corderos”.
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